27 de mayo de 2012

Domingo en familia

Se van buscando el cobijo de sus hogares. Esta familia íntima, fecunda en su prole y consecuente en sus afectos termina la liturgia del domingo con sus apetitos satisfechos y otro beso acumulado en sus mejillas. La casa queda con sus ecos y silencios habituales de copas lavadas, platos en el secador y una ténue bruma en la chimenea del asador.
A esta hora el sol es avaro con las flores y hasta el cielo que veo a través de los árboles es esquivo, todo invita a la melancolía pero el duende no me lo permite. Una brisa desde la ventana me saca del sopor, agita las cortinas con una melodía que solo yo escucho y agita las ramas desde el gran árbol del patio. Su violín silencioso me anima con sonidos que dicen que habrá otro domingo y otro atardecer.

14 de mayo de 2012

Noche fresca de mayo


Esta fresca y límpida noche es perfecta para describir que el patio está en silencio y que una tenue luz se filtra entre los árboles ocultando con complicidad la imagen de la luna. El viento apenas susurrante no puede acallar los sonidos de las aves dormidas en sus nidos y de las flores arropadas en sus pétalos. El viento es un viajero buscando otras comarcas donde agitar nuevos follajes que desgranen historias ocultas en sus profundas raíces al ritmo de su estrella errante. El duende ya no persigue la brisa, se afincó al calor de mi hogar y cuando le pido que interprete música en su violín me contesta que ya aprendí a escuchar, que haga mi propia sinfonía.

4 de mayo de 2012

Calidez de otoño

El viento norte nos trajo aire cálido pero no pudo con el irremediable ciclo de la naturaleza. Las hojas no han reverdecido con el calor tardío y con sabia porfía insisten en negarse a volver a ser jóvenes, también yo me resisto a esta falsa pubertad y tengo una moderada ansiedad por el fresco que me convida con arreboles tempranos, olores de cocina y "pieses" tibios en la cama. El duende volvió al patio porque disfruta del tiempo cálido improvisando melodías con su violín, imita el ruido de las hojas secas y de los pájaros dormidos. Quizás deje una ventana apenas abierta para que me acompañe con los primeros mates de la mañana.