19 de diciembre de 2015

Renovando la huerta

La siembra de fines del invierno fue consumida, se renueva la huerta que ya comienza a mostrar su producción. Tomates, pimientos, cherries, pepinos, berenjenas, albahaca, ajies de la mala palabra y un tomatero espontáneo quizás consecuencia de algún asado en el patio. En los espacios vacíos de los cajones: lechuga criolla, crespa y escarola germinando con el cuarto creciente, futuras ensaladas de mediodía de verano. Las veo crecer cada día esperando sus sabores pero recapacito, e inquiero, por qué cultivo la pequeña huerta? No encuentro respuesta en los argumentos racionales sino en los atávicos: mi padre tenía una huerta y mis primeros contactos con la tierra fueron a su lado, él con la pala de punta y mis manos separando terrones, quizás hubo vivido lo mismo en su infancia, y también el abuelo que no conocí pero que fue formado por aquellos tozudos inmigrantes alpinos. Hoy, antes de estas fotos, le mostré a mi hija la belleza de la floración del pequeño esfuerzo de la cultura de la tierra y tibiamente demostró su asombro, creo que he sembrado otra semilla que esperará algunas lunas para mostrar sus brotes.

27 de noviembre de 2015

Recordando al duende.

Escuchaba los silencios del atardecer de domingo desde el reducido horizonte de mi ventana. Ví un cielo que nunca podré pintar por efímero y por mi falta de talento pero que quizás recuerde. La primavera anterior me trajo un duende gracioso, agresivo, motivando su violín añejo. Me dejó melodías que me inspiraban y se cobijó del invierno entre plumas de colibríes que recojió del patio. El tiempo cálido lo despertó para seguir su viaje. Su ausencia me dejó sin palabas ni colores para describir las acuarelas de la vida.

21 de noviembre de 2015

Sábado, descanso y mimar a mis chicas.

El sábado me trae la tregua de escuchar el despertador a las 05:30 hs. Me permite una lánguida pereza de almohada y sábanas arrugadas después de la noche, quizás alguna caricia. Luego el ritual de mate amargo y radio con mi compañera, en cada sorbo recuerdo sus labios que antes estuvieron allí. Al tiempo de consumir el agua de la segunda pava y con la infusión en decadencia de sabor planeamos el almuerzo con la habitual pregunta: "Nos harías algo rico?" Y la habitual respuesta: "Sí querida" El "freezer" siempre está bien provisto, es cuestión de elegir con que plato satisfacer a mis chicas. Hoy elegí paella de mariscos.

14 de noviembre de 2015

Acomodando libros

La siesta es una palabra ausente del vocabulario de los jóvenes y haciendo uso de esa dispensa mi hija me convidó a organizar la biblioteca de acuerdo a su teoría post-adolescente.
-Papi yo sé que a vos te duele la columna así que yo bajo los libros de los estantes, vos me ayudás a clasificarlos y los vuelvo a acomodar.
Fue imposible negarme a acariciar nuevamente tantas palabras contenidas por tapas amarillentas algunas y soberbias encuadernaciones otras. Por sus manos y las mías pasaron cientos de volúmenes entre escuetas frases.
-Esto qué es? -Novela.
-Y este? -Cuentos.
-Aquél otro? - Filosofía.
-Y ese más grande? -Historia.
-Y por qué tenés tantos libros?
-Puedo leer algunos? -Son todos tuyos hija, cuidalos porque serán mi mejor herencia.
Ya entrada la noche hubimos acabado la tarea. La joven cansada de trajinar la escalera hasta los estantes más altos, yo satisfecho por su inquietud, por haber acariciado nuevamente aquellos amigos silentes y fieles, por recordar cuánto me dieron y me seguirán brindando desde donde esperan nuestras próximas visitas ansiosas de conocimiento.

1 de noviembre de 2015

Escapada a Atos Pampa


Llegamos a "el ranchito" el 29 pasado con ansias de recorrer caminos, mojar señuelos y descansar un poco. El pronóstico de clima casi nos desanima. El viernes el cielo no estuvo tan cerrado y aprovechamos para bajar al río. Mi amigo de toda la vida de copiloto en la GV, mi ahijado con otro sobrino en una Duster 4x2 con motor 1600 cc. No hubo manera de desalentarlo y se largó detrás nuestro. La bajada es complicada, solo hay una huella casi borrada, con mucha pendiente y poco transitada ya que es un camino interno del campo donde solo entramos nosotros. Nos dividimos del mismo modo que en los vehículos y salimos a desplegar tanza, unos río arriba y los otros a favor del agua. Nos fijamos una hora de regreso que debe cumplirse a cualquier costo, allí no hay señal de ninguna Empresa de celulares por las características del lugar y, en caso de algún problema, alguien debe llegar a los autos y hacer sonar las bocinas a modo de alarma. Afortunadamente no hubo sorpresas y pasado el mediodía emprendimos el retorno con un excelente resultado. Solo quedaba trepar y fue entonces cuando se cumplieron los augurios para la Duster. La tracción normal no era suficiente y las ruedas escarbaban el suelo por girar demasiado. Afortunadamente estábamos adelante con la GV y recurrimos a la eslinga, si bien no la remolcamos le servimos de punto de sujección avanzando metro a metro la dificil pendiente y ayudando con un poco de tracción. Luego comenzó a llover pero ya estábamos cerca del fuego. El barro hasta la ruta no fue problema para ambos. Todo terminó bien salvo el embrague de la Duster y el bolsillo de mis sobrinos que debieron pagar la apuesta, asado con todo para todos que este domingo estamos disfrutando en Córdoba lluviosa.


26 de septiembre de 2015

Atardecer en el campo

Cae la tarde y se diluyen los sonidos diurnos, el rumor del río en su vertiginoso andar entre las piedras se manifiesta rompiendo el silencio diario que las aves y habitantes de los montes le ocultan, está pronta la noche. Mi última caminata me devuelve casi exhausto al ranchito consciente del frío que la noche de primavera temprana nos cubrirá. Llevo algunos leños bajo el brazo, deseo el calor de mi compañera y por fin veo la luz de aquel hogar entre las montañas con promesas de calor y caricias.

25 de septiembre de 2015

Necesidad de primavera y campo.

Los colores y calores de la primavera están remisos a la ansiedad de nuestra piel. La primavera del calendario no coincide con la necesidad de verdes nuevos que esperamos durante un año. Esta primavera nos remite a meses anteriores quizás con la pereza de despertar los renovales. No puedo esperar que el clima sea compasivo, no puedo esperar mas tiempo sin estar en mi "ranchito", estoy allí desafiando lluvia, niebla y barro. Mis chicas me acompañan, "la mulata" supera todos los obstáculos y nos da seguridad. Allí somos libres.

26 de julio de 2015

Las siestas de verano

La siesta era un ritual que no podía dejar de cumplirse, aún a contrapelo de mis ansias de aventuras en el río cercano. Era el tiempo del horario discontínuo, celosamente se cumplía la jornada laboral de 08:00 hs. a 12:00 hs. y luego de 16:00 hs. a 20:00 hs. Los trabajadores se refugiaban de la canícula en sus casas durante el intermedio, almorzaban con su familia, descansaban y obligaban a descansar. Tantas horas hube pasado en la penumbra de mi habitación a reposo forzado como páginas de los libros de aventuras de Simbad o el Príncipe Valiente acompañaron esos momentos. Una mañana de verano, con pantalones cortos y zapatillas Boyero, las puertas de la Biblioteca Rivadavia se cerraron mientras caminaba de regreso con un libro equivocado: La luna y seis peniques. Las horas de claustro de esa tarde me otorgaron una nueva visión del planisferio: más allá de los grandes continentes también había vida, desconocida, exótica e ignorada por mi. Devolver el libro a la Biblioteca no fue fácil pero finalmente quedó en sus generosos estantes y las imágenes de las islas del Pacífico en mi fértil imaginación con la semilla de la curiosidad activa. Con el tiempo conocí la historia de Robert Louis Stevenson, un preferido de Borges, que en Samoa fue llamado “Tusitala” (el cuenta cuentos).
Estas evocaciones vienen a mi memoria en la siesta de un domingo con viento norte, el escaso paisaje de mi ventana con árboles deshojados y una imagen que alguien publicó en Facebook.


30 de junio de 2015

Mear con pantalones joggings

El día de mi cumpleaños todos los allegados se preocupan por darme regalos. Los familiares cercanos y amigos me regalan botellas de vino tinto, algún inspirado un frasco de café colombiano o una botella de tequila. Parece que ninguno me conociera porque no tomo vino sino un sorbo de blanco de mi elección en alguna especial ocasión. No tomo café y menos bebidas "blancas" así es que los regalos útiles llegan de parte de mi esposa. El día del padre está muy proximo y mi esposa me anticipa que será un solo regalo por ambas celebraciones: un pantalón jogging porque está "muy de moda y te hacen ver de onda".
Aceptado el regalo aún en contra de mis principios de pantalones con botamanga me los calzo. Pasada la recepción a las primeras visitas y con dos vasos de cerveza en la vegija los deseos de orinar eran incontenibles, los putos pantalones no tienen bragueta! Si los bajo hasta las rodillas, incluídos los boxer, los salpico. Tengo que elegir entre mojar esta ropa nueva o mantener una presencia digna y seca, me bajo los joggings y me siento en el inodoro para mear. Conclusión: para los hombres orinar sentado no es de afeminados sino hacerlo en defensa propia.

13 de junio de 2015

Arboles de la infancia

Las calles donde transcurrió mi infancia no tenían el toque de progreso que llegó muchos años después con el pavimento. Eran naturales con la tierra del lugar, veredas altas, escalones y caños para ayudar al desague pluvial. Estaba cerca del río que me era tan familiar como la escuela. En mis andanzas de siesta buscaba lugares donde consumir las largas tardes de verano o remontar barriletes en agosto. La Plaza General Belgrano se convirtió en el sitio ideal: poco transitada, árboles añejos y la cercanía al Club Almagro que nos dió tanto en vocación deportiva, el vecino señor Pidoux y el señor Balma eran nuestros ídolos. Varios de mis compañeros de primaria residían en la zona y me sentía como "local". El sector próximo a la costanera tenía unos cipreces con mucho desarrollo en altura, en su parte más alta decidí dejar algunos "tesoros" después de una dificultosa trepada: un tarro con canicas de vidrio y "figuritas dificiles" de aquel albúm que nunca pude llenar. Sobre la calle Mariano Moreno prosperaba un inmenso algarrobo del que se decía que desde su máxima altura se podía contemplar toda la ciudad a condición de salvarse de las enormes arañas que protegían aquel mirador. No pude contenerme al desafío hasta que al fin llegué hasta esa altura.
Mis tesoros habrán sido arrasados por el progreso, el mirador ya no estará disponible para los niños de la zona pero la luz de conocimientos del Colegio Nacional reemplazan aquellas odiseas.

1 de mayo de 2015

En el día del trabajo

Aquellos que nacimos en el tiempo que nací fuimos privilegiados en materia de formación educativa, laboral y urbanidad. Aprendimos el respeto por los mayores, los iguales y los maestros. Aprendimos ortografía y nos encaminaron a la senda laboral con aquella materia que llamaban "Trabajo Manual" y además teníamos el ejemplo de nuestros padres cumpliendo aquel olvidado horario de 8 a 12 y de 16 a 20 que les permitía una pausa para el almuerzo familiar y la siesta. Recuerdo que en tiempos de verano apenas finalizado el período escolar nos ofrecíamos como trabajadores de medio tiempo en diversas actividades: una distribuidora de revistas y diarios, un vendedor de aceites, una verdulería que repartía a domicilio. Nuestra ansiedad infantil estaba centrada en el trabajo, así crecimos y con el correr de los años no abandonamos nuestra ansiedad laboral. Algunos estudiamos y otros nos dedicamos a otras actividades pero estoy seguro que ninguno de nosotros ni sus hijos son desocupados o subsidiados. Estos últimos son fruto de otras generaciones y son hijos de quienes no recibieron aquella cultura laboral, no son culpables sino víctimas del cambio de paradigma educativo.

4 de abril de 2015

Escapada de Semana Santa

Semana Santa, feriado largo de liturgia para los creyentes y privación de churrascos para los agnósticos. Algunos quedamos en medio de tales extremos y tratamos de sacar lo mejor de ambas posiciones. Había recibido información de un "vía crucis" en un cerro cercano al "ranchito" y decidí darle a mi compañera la posibilidad de expresar su fervor religioso combinando mis deseos de caminos. Me hablaron de un camino "potable", la primera foto es la mejor parte del camino, sorteamos piedras y socavones hasta que decidimos que la mejor TT son las piernas, así llegamos hasta la última de las estaciones (foto 2), hasta los mastines padecieron el resuello (foto 3). Ya arriba y con vistas sensacionales de las sierras grandes a nuestra derecha y el valle de Calamuchita a nuestra izquierda decidimos regresar hasta la Grand Vitara que fue el refugio para la intensa lluvia que nos acompañó de regreso. Como en cada salida de este año hubo que reptar en el barro para volver pero afortunadamente "la morocha" nos volvió a sacar.





27 de marzo de 2015

Conclusiones

Transcurrió mucho tiempo hasta encontrar un lugar en el cual la naturaleza y mis espectativas tuvieran coincidencias pero después, cuando miré hacia adelante, comprendí que la belleza está siempre cerca y solo es necesario buscarla.

15 de marzo de 2015

Ansiedad, bruma

Con el ausente justificado después de varias semanas sin poder pasar unos días en el ranchito partimos con ansias de sol, caminatas y más lugares por descubrir, pero el clima tenía sus propios planes y no los cambió aún cuando nuestra ansiedad fuera intensa. En las primeras horas del sábado nos dió a conocer su intención: más lluvia.
Nos confinó a estar bajo techo pero no pudo evitar que el encierro se convirtiera en posibilidad de reunión de nuestra pequeña familia, que se establecieran conversaciones postergadas, juegos de mesa que no recordábamos, algún bocado inspirado en el gris y frío día y adecuados líquidos para trasegar.
Hasta que llegó la niebla que oculta horizontes, desdibuja las cosas cercanas y nos cubre de un manto de irrealidad. El atardecer brumoso se llenó de encantos trastocando formas conocidas en posibilidad de nuevas descripciones, aturdiendo mi imaginación, provocando una inspiración cautiva del momento. Solo pude atrapar imágenes sin dejar palabras que dibujaran aquellas sensaciones.
Finalmente el barro para salir, pero la 4x4 es solvente.


22 de febrero de 2015

Mi mano izquierda

Esta es mi mano izquierda, la imagen quedó registrada por casualidad luego del meteoro del 15 de febrero mientras mi hija intentaba iluminar el atardecer con su celular. Un palo secador y un trapo de piso son testigos.
Pude verla días después antes de que la borrara y la rescaté para mi propio escarnio. Quizás antes no la hube visto tan nítida, con tantas marcas del paso del tiempo, tan real.
No es mi mano habil, es la que acompaña los movimientos de la otra: la que sabe hacer las cosas, pero tiene méritos propios. Es la que recibe las heridas de una herramienta mal usada por la diestra, es la que soporta silente los esfuerzos que la mano derecha realiza. Es la que completa un abrazo, la que ofrece las caricias mas desinteresadas, la que no espera reconocimiento, la que no da el apretón en el saludo, la que lleva una pequeña cinta de oro para recordar el amor que tengo por mi compañera.
La ví y me motivó, esa piel curtida registra mi paso por la vida, cada pliegue tiene una historia y la herencia de mi origen. Quizás yo sea mi mano izquierda.


29 de enero de 2015

Sigo hurgando en el baúl de los recuerdos, entre cada foto salta un duende escondido que me relata historias casi olvidadas de la juventud. Cuando quiero preguntarle se esconde y desgrana melodías con un violín lleno de respuestas. Salta desde la reja hasta un nido de horneros que acompañan sus acordes, los colibríes no lo aceptan pero ensayan sonidos. Cierro la caja de fotos, entorno mis ojos tratando de regresar las imágenes de aquella bella juventud pero el duende me reclama con sus armonías que no supe escucharlo en aquellas fotos y ahora es tarde, el duende y yo somos viejos.

8 de enero de 2015

Atardecer en Atos Pampa


El tiempo de luz de cada día me permite regocijarme con paisajes plenos de lunimosidad, pero a veces el cansancio me impide disfrutar del último momento del atardecer, su incipiente oscuridad y el simple encanto de siluetas en sombras insinuadas. El sol cae tras las sierras y deseo recordarlo, "el ranchito" promete alumbrar la inspiración de una noche en la montaña. Vuelvo con la luna a mis espaldas y la certeza de la paz del día por venir.