19 de noviembre de 2018

Me gustan los "ranchos"

No es frecuente encontrarnos con viejas construcciones en el campo. Los llanos y faldeos serranos han sido motivo de deforestación y pérdida de historias humanas en función del mercantilismo y la inmediatez, las máquinas borran todo vestigio de flora, fauna y recuerdos. Cada pedazo de vida y esfuerzo desconocido queda sepultado en tierra fértil y montañas de escombros. Por eso es que los nostalgiosos disfrutamos al encontrar un rancho.
Una construcción abandonada nos remite a sus tiempos de esplendor, nos invade la necesidad de conocer su historia, nos invita a imaginar los momentos cuando rebozaba de vida y sueños. Revisar su entorno nos permite imaginar una ilusión que desconocemos, nos fascinan los fantasmas que se escabullen entre el adobe y la vegetación cercana, sentimos que cuidan el lugar y nos relatan la razón de cada estaca y árbol plantado. Por un momento nos mimetizamos con ese pasado ansioso de prosperidad y vemos niños corriendo, personas dando cultura al suelo sediento de semillas y manos trabajadores. Luego algo nos devuelve a la realidad y solo vemos una tapera que, tal vez, en nuestra próxima visita ya no exista. Nos vamos con una foto para plasmarla en acuarela.

12 de julio de 2018

Recuperando el bulín

Pasó bastante tiempo hasta que pude volver a cobijar mi tiempo libre en este lugar. Cuestiones domésticas, "el ranchito", y una mala decisión para solucionar una mancha de humedad me confinaron a estar en la casa, allí prospera la actividad de mi familia con su impronta diaria y el natural devenir de la vida en el hogar. No hay lugar para melancolía ni musas, se disfruta con algarabía cada momento y cada sabor.
Ahora es momento de encerrarme entre estas paredes. Al frente de mi sillón la ventana está poblada de verde añejo, pájaros y a veces una vista de la luna llena. En un rincón el teclado que permite que cada letra se transforme en palabras, detrás de mí un mueble con mis herramientas, antiguas pero útiles, a mi derecha una mesa que oficiará de banco de trabajo y atelier con un atril que hoy construí a partir de sobras de madera.
Todo está preparado, solo falta inspiración.

27 de abril de 2018

Atardecer en el ranchito

Si hubiera otro atardecer igual, quisiera vivirlo. El cielo diáfano y manso finalmente se rindió a la penumbra del sábado que todavía augura nostalgia y placer visual.
Algunos brillos renuentes desde el asador me distraen pero no pierdo el horizonte hacia donde camina el sol, allí hay otros ojos ansiosos que esperan su luz.
El ocaso que invade el patio apenas alumbra las sillas ahora vacantes, hay una copa sin vaciar y la mía llena de palabras faltas de inspiración. Es el otoño que despierta añoranzas.

2 de marzo de 2018

Los desafíos de mi esposa

El reloj casi marcaba la hora 09:00. Apenas habíamos comenzado la ronda de mate de la mañana con mi esposa, tostadas de pan de ayer y un poco de mermelada casera que preparé hace unos días con todas las frutas que encontré en la heladera.
En la radio comentaban el fin de la temporada de turismo en Córdoba a lo que mi compañera agregó: "Nosotros podemos disfrutar todo el año en el ranchito, dale viejo vamos hoy que hay poco tránsito, comemos algo en el camino y nos volvemos a la tardecita".
Así fue que partimos haciendo una parada en Los Reartes para almorzar. Poco después, ya en el destino profundo, no pudimos evitar una caminata disfrutando de tanta naturaleza comenzando a mostrar los colores del otoño. El sol iba cayendo a nuestras espaldas y estábamos cansados cuando llegamos al refugio. Protectora como siempre 'la morocha' me dijo: "No vas a manejar de noche viejito, nos quedamos. Voy hasta la casa de Modesta y traigo algo para que cocines".
Volvió con una cebolla, un tomate, pan casero y seis huevos de campo y sentenció: "Tenés que preparar algo con esto!". Lo tomé como un agradecimiento, tenía unas leñas encendidas pero elegí la cocina, una sartén y la posibilidad de pasar otra noche en aquella serenidad absoluta.
Ahora ella duerme mientras escribo, ambos estamos satisfechos y nos espera un desayuno con pan casero. La Duster un poco dolorida por el camino también se repone para volver. La GV estaría esperando más camino.