12 de noviembre de 2016

Sábado en casa

Es sábado, día de sacudir la tiranía de despertador y horarios. Son escasas las mañanas de tomar mate sin apresuramientos y prepararlo cuando se fue la noche. El ritual incluye un primer sorbo que le llevo a mi esposa aún en el lecho y se prolonga en la mesa con conversaciones domésticas. Luego llega el tiempo de cada uno y esta libertad me lleva al patio con el imprescindible sombrero que me protege del sol. Reviso la huerta, retiro las malezas y acomodo según he aprendido. Desde la casa se perciben rumores de puertas. La niña tiene otros tiempos y el mío es acotado, solo para apreciar la belleza y cocinar sus bocados preferidos.


8 de noviembre de 2016

Por los amigos de la infancia


Era solo una cuadra entre tantas de la Villa, llegué casi cumpliendo mis primeros tres años y pronto la mesa se llenó de niños con una taza de chocolate caliente y flores blancas en la modesta mesa con mantel blanco y biscochuelo con velitas. Según lo recuerdo no fue solo un cumpleaños sino un pacto de amistad, de casas con puertas abiertas y sin la solemnidad de pedir permiso. Eramos muchos niños en la calle Tucumán al 500 y teníamos mucho para disfrutar, un lote vacío que funcionaba como Club de fútbol, calles de tierra poco transitadas, algún perro ciruja que nos acompañaba y la inmensa camaradería que nos equiparaba a hermanos. Nos vimos crecer y caminamos juntos las calles que nos separaban hasta el viejo Colegio Nacional y las Hermanas Franciscanas. Fuimos los primeros invitados a la celebración de los quince años de nuestras vecinas y a su egreso del secundario. Antes fueron acotadas caminatas tomados de la mano hasta el Jardín de Infantes del Colegio Bianco. El tiempo universitario nos separó pero no logró el desarraigo. Muchos volvieron a la Villa y otros nos quedamos en la Capital, nunca nos olvidamos y tan pronto como fue posible nos buscamos.
Hoy a la distancia, y por noticia de una de aquellas niñas que compartieron mi primer cumpleaños en Villa María, recibo el golpe de la partida de una de ellas: Stella, mi inmediata vecina, tan solo nos separaba una pared que no era obstáculo para nuestra juventud ni luego para la distancia. Nunca me alejé de allí. Nunca olvidé aquellos amigos ni lo haré después de su ausencia.

3 de noviembre de 2016

Conclusiones

Cuando recuerdo el tiempo de la secundaria me veo como un "hippie" decadente debatiendo con mis compañeros durante horas acerca de la revolución que deseábamos imponer. Las niñas con minifaldas me sacaban brevemente de aquella rebeldía de pelos largos y gestos duros y dejaban aflorar los deseos sexuales reprimidos. Ninguno de aquellos anhelos se hizo realidad. Ahora, cuando me queda menos por vivir que lo vivido, recapacito y trazo una línea a la suma algebraica de la experiencia: no puedo dedicar tiempo a quienes no han crecido, a los mediocres,  los cultores del ego, los oportunistas o los envidiosos.
Quizás ahora soy como deseaba ser en mi juventud.

10 de octubre de 2016

Como somos hoy

Buscamos respuestas a preguntas que no pudimos responder en nuestra juventud. Cuando creímos tener las respuestas se nos escapó la juventud y la certeza casi no tiene valor. El tiempo que tratamos de mantener vivo ya no está, solo lo hemos vivido. Lo atesoramos en nuestra memoria y debemos dejarlo donde quedó. No somos los mismos, no podríamos volver a pasar los mismos momentos, no serían comparables. Somos otros. La foto me muestra con un brillo en la calva y tal vez en ese momento también sentía algún dolor, pero tambien era feliz por lo que tenía, y tengo, mis afectos y mi memoria. Asumo mi edad como una ofrenda, una oportunidad para nuevos desafíos y la posibilidad de trasladar mis vivencias a los que nos siguen.

12 de julio de 2016

Día completo

Hoy me desperté tarde, el reloj marcaba las 9:30 hs. Habían pasado cuatro horas del despertar habitual pero pronto recapacité: es sábado y el reloj caduca su dictadura hasta el lunes. Me calcé las ojotas y al llegar a la cocina, mi esposa tenía preparado el desayuno: mate amargo, pan criollo (croios) del día anterior calentados en el tostador y un dudoso salame de la colonia para acompañar. Antes que le deseara los buenos días me anticipó: "hacé rapido tus cosas en el baño que tengo unas milanesas y unas cervezas cargadas en La Mulata para ir al ranchito" Aún con sueño emprendimos el camino. Son solo 100 Km. que demandan dos horas de viaje por la congestión en La Cuesta del Aguila: conductores temerosos de las curvas, otros que disfrutan de la vista a 20 Km/H sin importarles que están en una ruta, camiones que humean en cada trepada y la policía que sin razones aparentes detienen el flujo de vehículos. Nada de aquello me perturba, escucho una radio AM y acaricio la rodilla de mi esposa. Finalmente abandonamos el pavimento y apago las luces bajas, me detengo un momento y creo escuchar que La Mulata me pide como mínimo 4H porque los próximos tres kilómetros son en descenso aunque no sin dificultad. Mi compañera consulta la hora y decide que ya podríamos abrir una cerveza "si aquí nadie nos va a controlar la alcoholemia" y el trayecto de sierra nos demandará veinte minutos. Le doy un intenso beso a la Quilmes y acaricio el acelerador. El camino es lento pero pleno de belleza. Al llegar a "el Ranchito" ya había pasado la hora del almuerzo, apresuramos los bocados de milanesa entre panes para iniciar una caminata en busca de nuevos rincones hasta que el atardecer nos devolvió a la realidad del invierno para obligarnos a buscar el cobijo cálido de nuestro hogar en las alturas. El cansancio y la libertad del fin de semana me hicieron sugerir: "y si nos quedamos hasta mañana?" Afirmativa fue la respuesta y aunque ya no quedaban milanesas la despensa está preparada para estas contingencias, mientras mi compañera inventaba un plato caliente al calor de la leña tomé esta foto con las luces difusas de Santa Rosa de Calamuchita. Día completo.

26 de junio de 2016

Nieve en Atos Pampa

El fin de semana tenía pronóstico meteorológico de frío, lloviznas y posibilidad de nieve en los altos de Calamuchita pero "mis chicas" prefieren soportar las bajas temperaturas en las sierras en lugar de quedarse encerradas en la casa con calefacción, entonces partimos en la madrugada con las provisiones para el día ya que el lunes está próximo. Ya en la ruta percibí que el andar de "la mulata" no era el habitual y levanté el pié del acelerador. La Cuesta del Aguila tenía una ligera escarcha que las 235 mordían con solvencia pero no es cuestión de confiarse. Apenas superamos Potrero de Garay el parabrisas comenzó a recibir algunas cristalizaciones y cuando desviamos hacia La Cumbrecita se tornó definitivamente en nieve. Desempañadores, limpia-parabrisas y calefacción a pleno y cuando ingresamos a la tierra 4H. Adelante nuestro mis sobrinos con su Nissan Frontier nos dejaban una huella barrosa borrando el impecable manto de la nieve. Ya en "el ranchito" iniciamos el fuego en el hogar para calentarnos con una taza de "yerbeado" pan casero, salame y algún toque de grapa antes de quemar algunas carnes en la parrilla. Sin disfrutar de la siesta obligada para digerir el almuerzo volvimos a cargar nuestras máquinas para desandar el camino de la mañana con la esperanza de recuperar el calor con una ducha tibia y ropa seca. Para expresar correctamente este día debo expresarme en cordobés: que friazononón!

14 de mayo de 2016

Buscando calor en los inviernos del '50

En tiempos invernales recurríamos a calefaccionarnos con braseros, ponchos, gorras y guantes. Algunos conocimos las estufas de vela. Funcionaban con querosene y se debía mantener la presión del tanque "bombeando" un vástago que entregaba aire al tanque de combustible. En mi casa paterna hubo una de la marca Volcán, muy parecida a la de la foto. En realidad solo otorgaban calor estando muy cercanos al artefacto y allí nos reuníamos para escuchar la radio por las noches, durante la cena "El Glostora Tango Club", y luego las interminables peripecias de los "Perez García" ambos programas con ruidos y la fluctuación de la onda que llegaba desde Buenos Aires. Luego se apagaba la estufa y la radio y se pasaba la noche mitigando el frío con colchas "flacas". Era lo que teníamos y éramos felices.

8 de mayo de 2016

Contra el pronóstico


Este fin de semana se cumplió el pronóstico meteorológico para las sierras altas: humedad alta con poca visibilidad por la niebla, mejorando en la tarde y frío al atardecer. Simples obstáculos para "la mulata" y mi compañera, ambas me empujan hacia arriba y no decaen en el esfuerzo ni en el disfrute, ambas aman "el ranchito", las travesías, las caminatas y la íntima soledad de las noches serranas, son más que un vehículo y una esposa: son compinches!

7 de abril de 2016

Consultando la bola de cristal

Me calzo una bata estampada con arabescos que remiten a antiguas decoraciones del oriente, descalzo y sin calzoncillos, enciendo una lámpara de luz roja debajo de la mesa redonda, coronada con un mantel de navidad. Me concentro haciendo movimientos relajantes con mis manos para que la energía cósmica penetre por ellas, acaricio la bola de cristal y le transmito mi pregunta. La esfera se ilumina y está preparada para mostrarme el pasado y el futuro. El dedo mayor la roza suavemente y destellos interiores buscan el punto de contacto como rayos en miniatura. Estoy en el zenit del momento de revelación y la esfera transparente responde con imágenes de personajes de la década ganada a modo de respuesta. Mis manos energizadas no pueden detenerse, agrego otro dedo para frotar el vidrio que es mi oráculo y disparo la otra pregunta. La maravillosa pelota pierde brillo, se opaca, se torna esmerilada y solo queda un pequeño rectángulo rojo, al modo de Crónica TV con el texto de la imagen.

12 de marzo de 2016

Atardecer en Atos Pampa

El sol se retira en silencio y deja en penumbras los esplendores que nos permitió ver durante su apogeo. El atardecer lánguido de este otoño temprano nos lleva a buscar el refugio de la casita escondida entre profundas quebradas. Es nuestro lugar porque lo elegimos y nos contiene. Las caminatas buscando ocultas vertientes nos devuelve exhaustos al refugio, es el momento que  nos permite encontrarnos entre nosotros como pareja y familia. El fuego que calienta nuestras cansadas articulaciones nos permite meditar. Mi compañera se sienta, busca figuras en el fuego y, en actitud furtiva, la miro tratando de interpertar su pensamiento, nunca lo logro. Luego llegará un bocado caliente y la promesa de caricias durante la noche serrana.