Una antigua puñalada desprolija desgarró la geografía del escaso llano de Córdoba. Los árboles que actualmente la engalanan crecieron esquivando aquel mandoble y obligan a los nativos a sortear las caprichosas formas que adquirieron en atávica defensa. Las piedras que a modo de sutura ciudadana le agregó algún alcalde, son silenciosas testigos de historias tan diversas como las almas que la transitan. El umbrío presta oídos a letanías de travestis, limpia-parabrisas, alumnos del Jerónimo Luis y ocasionales conversaciónes entre amigos.
La noticia de la demolición de la chimenea de la cervecería Córdoba era motivo de mis comentarios. Como amante de cualquier piedra o ladrillo que sea un poco más antigua que mis pisadas, trataba de defender aquel hito del barrio natal. - Vos sos un nostálgico de cosas inservibles que impiden el progreso. Dijo mi contertulio, sentado sobre el calicanto y esquivando el madero de una tipa retorcida para mirarme a los ojos.
Miré las vainillas desteñidas de la angosta vereda tratando de elaborar una respuesta adecuada al desatino urbanistico a costa de la historia que mi compañero proponía. La generosa sombra me recordó los naranjos de las veredas, los altos cordones cunetas de piedras talladas, la simetría de los adoquines interrumpida por rieles de acero, y la bolsa de criollitos calientes de la panadería El Cóndor, cuando caminaba las calles de Alberdi. Sin duda aquellos no hicieron historia. pero han sido parte de mis vivencias, y no quiero perderlas como tampoco deseo que un día desapareciera esta Cañada, entubada y sepultada para beneficiar el tránsito contaminante.
Entonces, después de sincronizar los sentimientos con las ideas, pude contestarle. Le dije que no me oponía al progreso, que respaldaba cualquier modernización que mejore la vida de nuestros cordobeses, que no confundía lo viejo con lo histórico, que aprecio la belleza de las nuevas tendencias, pero que es mi esperanza que los nuevos creadores desplieguen sus obras lejos de la historia de todos y que no consuman los escasos espacios que nos remontan a nuestras raíces. ¡Que nos dejen alguna pared donde encontrar nuestros recuerdos!
La noticia de la demolición de la chimenea de la cervecería Córdoba era motivo de mis comentarios. Como amante de cualquier piedra o ladrillo que sea un poco más antigua que mis pisadas, trataba de defender aquel hito del barrio natal. - Vos sos un nostálgico de cosas inservibles que impiden el progreso. Dijo mi contertulio, sentado sobre el calicanto y esquivando el madero de una tipa retorcida para mirarme a los ojos.
Miré las vainillas desteñidas de la angosta vereda tratando de elaborar una respuesta adecuada al desatino urbanistico a costa de la historia que mi compañero proponía. La generosa sombra me recordó los naranjos de las veredas, los altos cordones cunetas de piedras talladas, la simetría de los adoquines interrumpida por rieles de acero, y la bolsa de criollitos calientes de la panadería El Cóndor, cuando caminaba las calles de Alberdi. Sin duda aquellos no hicieron historia. pero han sido parte de mis vivencias, y no quiero perderlas como tampoco deseo que un día desapareciera esta Cañada, entubada y sepultada para beneficiar el tránsito contaminante.
Entonces, después de sincronizar los sentimientos con las ideas, pude contestarle. Le dije que no me oponía al progreso, que respaldaba cualquier modernización que mejore la vida de nuestros cordobeses, que no confundía lo viejo con lo histórico, que aprecio la belleza de las nuevas tendencias, pero que es mi esperanza que los nuevos creadores desplieguen sus obras lejos de la historia de todos y que no consuman los escasos espacios que nos remontan a nuestras raíces. ¡Que nos dejen alguna pared donde encontrar nuestros recuerdos!