29 de enero de 2015
Sigo hurgando en el baúl de los recuerdos, entre cada foto salta un
duende escondido que me relata historias casi olvidadas de la juventud.
Cuando quiero preguntarle se esconde y desgrana melodías con un violín
lleno de respuestas. Salta desde la reja hasta un nido de horneros que
acompañan sus acordes, los colibríes no lo aceptan pero ensayan sonidos.
Cierro la caja de fotos, entorno mis ojos tratando de regresar las
imágenes de aquella bella juventud pero el duende me reclama con sus
armonías que no supe escucharlo en aquellas fotos y ahora es tarde, el
duende y yo somos viejos.
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