Esta es mi mano izquierda, la imagen quedó registrada por casualidad luego del meteoro del 15 de febrero mientras mi hija intentaba iluminar el atardecer con su celular. Un palo secador y un trapo de piso son testigos.
Pude verla días después antes de que la borrara y la rescaté para mi propio escarnio. Quizás antes no la hube visto tan nítida, con tantas marcas del paso del tiempo, tan real.
No es mi mano habil, es la que acompaña los movimientos de la otra: la que sabe hacer las cosas, pero tiene méritos propios. Es la que recibe las heridas de una herramienta mal usada por la diestra, es la que soporta silente los esfuerzos que la mano derecha realiza. Es la que completa un abrazo, la que ofrece las caricias mas desinteresadas, la que no espera reconocimiento, la que no da el apretón en el saludo, la que lleva una pequeña cinta de oro para recordar el amor que tengo por mi compañera.
La ví y me motivó, esa piel curtida registra mi paso por la vida, cada pliegue tiene una historia y la herencia de mi origen. Quizás yo sea mi mano izquierda.