24 de junio de 2007

Salsa criolla

La pata de cerdo ya está asándose con el fuego justo para dejarle el centro levemente crudo. Cuando la retire, el calor adquirido desde afuera terminará el trabajo y el perfumado fuego del ron le dará el toque final.

Ahora sólo faltan los aderezos para exaltar sus delicados sabores. La memoria me remite a pequeñas cazuelas rebozando fragancias y colores que prometen un placer epicúreo. Mi imaginación y paladar se conjugan y comienzan a crear.

Un poco de aceite de oliva, cilandro, ajo y cáscara de limón rallada darán el "touch" verde a la mesa. Queso crema con páprika, crema fresca y pimienta negra será la elección de los amantes de los sabores sutiles y perfumados. Carnosos morrones asados y pelados, sin otro condimento que su propio sabor, darán a cada bocado una sensación de abundancia. La crema de berenjenas asadas, salpicadas de ajo pimienta negra y diluídas en aceite de oliva, recordarán sabores del oriente. Pequeños panes saborizados con hierbas albergarán las combinaciones de carnes y salsas.

Los aspectos "gourmet" parecían haber sido contemplados en su totalidad hasta que mi hija me preguntó:
-¿no vas a hacer esa salsita que les gusta a todos?
-¿ésa que nunca sobra?

El requerimiento sonó como un misil en mis oidos, se refería a mi famosa salsa criolla fresca. No quería delatarme diciendo que ya estaba cansado y que la "salsita" requería mucho trabajo. La única excusa que surgió de la neurona fue que no tenía los ingredientes necesarios que debería haber comprado el día anterior y que ya era muy tarde para buscarlos ahora. En ese momento mi esposa terció en la conversación y colaborando con mi cansancio sentenció:
- Tranquilo viejo, ya compré todo.

Resignado a esta realidad de futuras horas de "cortar finito" los ingredientes secretos, busqué "el cuchillo grande", la chaira, "la tabla que no está doblada" y comencé a producir.

Con intenciones de venganza puse en el equipo de música una selección interminable de temas de Sergio Mendez y Brasil '66. Ni siquiera pude tomar revancha con la Bossa Nova. Al ritmo del cuchillo sobre la madera, "mis chicas" sacudían sus caderas e intentaban hacer "el trencito" conmigo mientras mi hija alentaba con:
- dale pá, ponele onda!.
Y mi esposa decía dulcemente:
-mové el culo viejo!.

Como todas las cosas que tienen un final, el esfuerzo se vió concretado en un envase de helados de 5 kilos, ya vacío, repleto del natural, sabroso y codiciado complemento de carnes.

En este punto te estarás preguntando para que habrán sido estos preparativos culinarios. Mañana es mi cumpleaños, y como siempre quiero darle a cada uno de mis afectos lo que más les gusta. Si te agrada el menú: te espero.