Debo a mis frecuentes caminatas por el barrio natal la necesidad de escarbar recuerdos. Sin obsesión pero con ansiedad vuelvo a mirar los naranjos sobrevivientes, algunas viejas casas en las cuales ya no recuerdo quienes moraban y otras con nombres y rostros aún frescos en mi memoria.
No quedan baldíos ni los viejos comercios a excepción de unos pocos que echaron raíces debajo de los adoquines y rieles hoy ocultos por el progreso.
Los hornos de la panadería El Condor lindaban la parte trasera de mi casa y cada madrugada me deleitaban con el aroma del pan horneado con leña. Sus enormes y deliciosos "criollitos" y "chipacas" hoy son los preferidos de mi hija que, inconscientemente, deja crecer su amor por aquellas calles. Portón mediante, donde antaño ingresaban los carros con leña y harina, subsiste una auténtica almacén "de antes".
Estanterías de madera se elevan hasta el cielo raso y resguardan botellas empolvadas, de marcas desaparecidas, que quizás nunca lleguen a venderse. Dos mesas de madera con sillas plegables guardan en silencio tantas historias como días han transcurrido desde que fueron nuevas. El plato de bronce de la balanza ha pesado tanta yerba suelta que ha perdido su brillo dorado. El mostrador donde se atiende a los clientes tiene la típica cobertura de "estaño" para proteger la madera, sus incontables marcas y olor impregnado delatan el paso de tanta bebida despachada a noctámbulos, bebedores tempraneros y desahuciados por amor.
Camino hasta la esquina de Tablada y Pedro Zanni reflexionando con nostalgia. Mientras desando antiguas pisadas especulo sobre estas invocaciones e imagino los días pasados como un tiempo que no se repetirá, que no debe repetirse, que es más valioso recordarlos que volver a vivirlos.
2 comentarios:
Ya está publicada su Semblanza en nosotroscordobeses.com.ar, Ricardo.
Una vez más me emociona con su talento y ductilidad para mostrarme aquella Córdoba.
Silvia
en qué barrio vivías????...porque yo estoy cerca de la Pedro Zanni.
Vani.
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