El día de mi cumpleaños todos los allegados se preocupan por darme regalos. Los familiares cercanos y amigos me regalan botellas de vino tinto, algún inspirado un frasco de café colombiano o una botella de tequila. Parece que ninguno me conociera porque no tomo vino sino un sorbo de blanco de mi elección en alguna especial ocasión. No tomo café y menos bebidas "blancas" así es que los regalos útiles llegan de parte de mi esposa. El día del padre está muy proximo y mi esposa me anticipa que será un solo regalo por ambas celebraciones: un pantalón jogging porque está "muy de moda y te hacen ver de onda".
Aceptado el regalo aún en contra de mis principios de pantalones con botamanga me los calzo. Pasada la recepción a las primeras visitas y con dos vasos de cerveza en la vegija los deseos de orinar eran incontenibles, los putos pantalones no tienen bragueta! Si los bajo hasta las rodillas, incluídos los boxer, los salpico. Tengo que elegir entre mojar esta ropa nueva o mantener una presencia digna y seca, me bajo los joggings y me siento en el inodoro para mear. Conclusión: para los hombres orinar sentado no es de afeminados sino hacerlo en defensa propia.
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