Las últimas luces del día me sorprendieron en el silencio de la casa vacía de ruidos domésticos. Sin nostalgia por la breve soledad busqué refugio en la radio que me acompaña desde cuando reproducía aquella melodía del grupo Vivencia "...con los libros y mi radio, que me van a acompañar..." Esta vez trajo a mis oídos una canción de The Beatles que trataba de llenar el vacío que dejó un locutor que acompañó las noches de nuestra bohemia de los '70.
30 de junio de 2012
23 de junio de 2012
La fogata de San Juan
La cuadra que no tenía un baldío no era perfecta. El lugar donde nací cumplía aquella premisa ecuménica y nos ofrecía un amplio espacio para la diversión porque los vecinos lo mantenían limpio y arreglado, como si fuera su propio patio. A la mañana y a la siesta se sucedían las corridas detrás de una pelota de trapo, las picadas de los trompos tratando de acertar la troya, las carreras de autos de plástico rellenados con masilla o el juego de bolitas. Al atardecer algunas mujeres con la excusa de hacer regresar a sus hijos se ponían al tanto de las novedades del barrio, algunos hombres hablaban de fútbol y política y no faltaba la abuela que arrimaba el calentador de alcohol con una pava ennegrecida para cebar unos mates. Recién cuando edificaron una casa nos enteramos que no era nuestro.
El comienzo de este invierno trajo desde mi memoria una de las pocas noches frías que recibíamos fuera de la casa y el calor de los braseros, la cocina económica o la estufa a kerosén. Es fácil recordala porque es la madrugada anterior al día de mi cumpleaños: la noche de San Juan. En aquel tiempo ignoraba el origen del ritual y su significado, los niños simplemente disfrutábamos de ver la gente reunida y compartir unas horas más de algarabía.
Los adolescentes con ayuda de sus padres construían días antes un inmenso muñeco vestido con harapos, pelo de paja de escobas viejas, sombrero y calzado demasiado pequeños para semejante monstruo. Lo erigían con gran esfuerzo con maderas de obra desechadas manchadas de cal y cemento y, al atardecer del 23 de junio, arrimaban a su base todo objeto combustible que se pudiera conseguir. Más tarde, ya con la noche avanzada, desde la oscuridad de las veredas cercanas aparecían sombras cargadas de ofrendas para la liturgia pagana y otras saltarinas de menor tamaño con sus manos llenas. Las umbrías mayores acarreaban ropa en desuso, muebles ya sin arreglo y deseos escritos en papel de estraza. Las más pequeñas batatas y naranjas.
Con la puntualidad de los relojes de espiral de la época la llama de un fósforo Rancherita iniciaba el fuego al primer minuto de la noche más larga del año. Cada concurrente ofrecía sus cosas inútiles y los deseos expresados en el rústico papel. A medida que la hoguera daba cuenta del inmenso espantapájaros algunas brasas se deslizaban hacia las orillas de la fogata, era el momento en que los niños arrimábamos nuestro tesoro vegetal que luego de calentado saboreábomos entre risas, rondas y quemaduras de labios.
Mucho tiempo debió transcurrir hasta que conocí las razones de aquella costumbre que mi padre y abuela materna me relataban acerca de las piras en las cumbre alpinas. Los inmigrantes habían celebrado los solsticios de verano con fuegos que agradecían la llegada del tiempo cálido quemando lo que representaba dolor, angustia y tristeza en la esperanza de mejores tiempos. Cuando se afincaron en este suelo de estaciones invertidas, solo les quedó la nostalgia.
17 de junio de 2012
Orgullo de ser tío
Solo un tío puede abrazar como un padre,
guardar secretos como un hermano,
dar consejos como un amigo
y permitir travesuras como un abuelo.
guardar secretos como un hermano,
dar consejos como un amigo
y permitir travesuras como un abuelo.
16 de junio de 2012
Al sueño de mi padre
A veces me contaba de su vida en el campo, de la recolección manual del maíz, los trabajos de mantenimiento en el galpón y algunas travesuras de adolescente. Tenía pocas fotos de esos tiempos, una con pantalones cortos pisando la pelota en una cancha de fútbol y otra con traje de botamangas anchas delante de un mástil, coloreada a mano. No se aferraba al pasado y lo recuerdo con optimista resignación a las privaciones que lo sometió la vida. De su paso terrenal no dejó bienes pero fué generoso en amor, gentileza y ejemplar conducta hacia todos los que tuvo cerca. Su mayor legado fue el inmenso vacío que nos quedó con su ausencia de austeridad y cariño desinteresado, su única ambición fue tener un caballo. Por sus relatos aprendí que algunos se sometían a los pequeños besos de sal en la mano y otros a los sabores dulces pero nunca a la violencia. Su sueño se hizo mío y realidad durante un corto tiempo cuando a fuerza de cariño y paciencia logré la confianza de un bello semental que me permitió encerrarlo cada día y curarle profundas heridas entre las patas traseras. Nadie lo había tocado antes, solo la filosofía de mi padre, él hubiera disfrutado de aquellos momentos.
Feliz día del padre, viejo querido!
15 de junio de 2012
Día del padre 2012
El viento de la tarde nos devolvió la realidad otoñal después de unos pocos días cálidos. El duende salió de su letargo en un rincón del quincho donde se cobijada con plumas de colibríes y molestaba como mosquitos tardíos. Antes que el clima le obligara a volver a su refugio donde permanecerá esperando la primavera para seguir degustando la carne argentina, con sus gestos poco gentiles se arrimó a "la compu" me dejó una melodía en un susurro y un silencio que auguraba felicidad por mi paternidad con un obsequio imaginario.
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