14 de noviembre de 2015

Acomodando libros

La siesta es una palabra ausente del vocabulario de los jóvenes y haciendo uso de esa dispensa mi hija me convidó a organizar la biblioteca de acuerdo a su teoría post-adolescente.
-Papi yo sé que a vos te duele la columna así que yo bajo los libros de los estantes, vos me ayudás a clasificarlos y los vuelvo a acomodar.
Fue imposible negarme a acariciar nuevamente tantas palabras contenidas por tapas amarillentas algunas y soberbias encuadernaciones otras. Por sus manos y las mías pasaron cientos de volúmenes entre escuetas frases.
-Esto qué es? -Novela.
-Y este? -Cuentos.
-Aquél otro? - Filosofía.
-Y ese más grande? -Historia.
-Y por qué tenés tantos libros?
-Puedo leer algunos? -Son todos tuyos hija, cuidalos porque serán mi mejor herencia.
Ya entrada la noche hubimos acabado la tarea. La joven cansada de trajinar la escalera hasta los estantes más altos, yo satisfecho por su inquietud, por haber acariciado nuevamente aquellos amigos silentes y fieles, por recordar cuánto me dieron y me seguirán brindando desde donde esperan nuestras próximas visitas ansiosas de conocimiento.

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