27 de noviembre de 2015

Recordando al duende.

Escuchaba los silencios del atardecer de domingo desde el reducido horizonte de mi ventana. Ví un cielo que nunca podré pintar por efímero y por mi falta de talento pero que quizás recuerde. La primavera anterior me trajo un duende gracioso, agresivo, motivando su violín añejo. Me dejó melodías que me inspiraban y se cobijó del invierno entre plumas de colibríes que recojió del patio. El tiempo cálido lo despertó para seguir su viaje. Su ausencia me dejó sin palabas ni colores para describir las acuarelas de la vida.

No hay comentarios.: