Es sábado, día de sacudir la tiranía de despertador y horarios. Son escasas las mañanas de tomar mate sin apresuramientos y prepararlo cuando se fue la noche. El ritual incluye un primer sorbo que le llevo a mi esposa aún en el lecho y se prolonga en la mesa con conversaciones domésticas. Luego llega el tiempo de cada uno y esta libertad me lleva al patio con el imprescindible sombrero que me protege del sol. Reviso la huerta, retiro las malezas y acomodo según he aprendido. Desde la casa se perciben rumores de puertas. La niña tiene otros tiempos y el mío es acotado, solo para apreciar la belleza y cocinar sus bocados preferidos.
12 de noviembre de 2016
8 de noviembre de 2016
Por los amigos de la infancia
Hoy a la distancia, y por noticia de una de aquellas niñas que compartieron mi primer cumpleaños en Villa María, recibo el golpe de la partida de una de ellas: Stella, mi inmediata vecina, tan solo nos separaba una pared que no era obstáculo para nuestra juventud ni luego para la distancia. Nunca me alejé de allí. Nunca olvidé aquellos amigos ni lo haré después de su ausencia.
3 de noviembre de 2016
Conclusiones
Cuando recuerdo el tiempo de la secundaria me veo como un "hippie" decadente debatiendo con mis compañeros durante horas acerca de la revolución que deseábamos imponer. Las niñas con minifaldas me sacaban brevemente de aquella rebeldía de pelos largos y gestos duros y dejaban aflorar los deseos sexuales reprimidos. Ninguno de aquellos anhelos se hizo realidad. Ahora, cuando me queda menos por vivir que lo vivido, recapacito y trazo una línea a la suma algebraica de la experiencia: no puedo dedicar tiempo a quienes no han crecido, a los mediocres, los cultores del ego, los oportunistas o los envidiosos.
Quizás ahora soy como deseaba ser en mi juventud.
Quizás ahora soy como deseaba ser en mi juventud.
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