El viento norte nos trajo aire cálido pero no pudo con el irremediable ciclo de la naturaleza. Las hojas no han reverdecido con el calor tardío y con sabia porfía insisten en negarse a volver a ser jóvenes, también yo me resisto a esta falsa pubertad y tengo una moderada ansiedad por el fresco que me convida con arreboles tempranos, olores de cocina y "pieses" tibios en la cama. El duende volvió al patio porque disfruta del tiempo cálido improvisando melodías con su violín, imita el ruido de las hojas secas y de los pájaros dormidos. Quizás deje una ventana apenas abierta para que me acompañe con los primeros mates de la mañana.
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