El duende entró a la casa
Estas
tardes de otoño el sol cambia su amor por nuestras tierras, ya no es el
amigo que se deslizaba con desgano rasgando el cielo de un horizonte
que nunca conoceré, ahora está apurado por seducir destinos lejanos y
nos deja una noche presurosa de depresión dominguera. La ventana estuvo
abierta todo el día porque disfruto los aromas que el viento arrastra
desde el patio. Cipreses, molles y cedros son generosos con las fragancias
que perfuman la casa pero; ya de noche; no escucho al duende
improvisando melodías con el silencio nocturno ni acuñando sonidos con
las hojas coloridas del atardecer, quizás por el frío prefirió acompañar
mi merienda tardía. Hoy el duende entró a la casa.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario